Es habitual que se quiera hacer creer que la escandalosa corrupción que sufrimos en España es cosa de unos cuantos políticos sinvergüenzas. La mayoría de los medios de comunicación y muchos dirigentes sociales se empeñan en decir eso para que la gente normal y corriente se aleje de la política, considerándola una actividad sucia, y se deje así vía libre a los empleados de quienes verdaderamente generan y se aprovechan de la corrupción, que no son otros que las grandes empresas y entidades financieras. Una prueba indiscutible de esta última afirmación es lo que desde hace años viene sucediendo con las empresas eléctricas. El poder de mercado y la influencia política tan inmensa que han ido adquiriendo les permiten cometer auténticas estafas con la connivencia y colaboración del gobierno, de jueces y de antiguos presidentes del gobierno o ministros que están vergonzosamente en su nómina para ayudarles con su influencia institucional y política. El ingenier...
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