La crisis económica, política, territorial y moral de España es tan grave, que a mi entender hemos entrado en el final de un ciclo inaugurado tras la muerte de Franco.
Esta Segunda Transición, que pasa por una reforma constitucional que reconozca la singularidad vasca, gallega y catalana, por la planificación democrática de la economía y por establecer mecanismos fiables contra las malas prácticas políticas, también debería prescindir de la monarquía como forma de gobierno, porque en un sistema democrático no puede haber cargos hereditarios.
Imaginemos que el actual monarca fallece o abdica. ¿Por qué tenemos que aceptar pasivamente que se entronice a su hijo como nuevo rey? ¿No tenemos nada que decir los ciudadanos sobre esta cuestión? ¿Aceptamos que una votación celebrada en 1978 condicione permanentemente a las generaciones venideras?
Fuente: Diario de Ferrol
É breve, preciso e moi válido, Enrique. Ten todos elementos para o cambio.
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