Coincidencias. Y más coincidencias.

Metrovacesa, donde trabajó el marido de Cospedal, posee los terrenos para instalar Eurovegas. Un negocio parecido hizo la empresa del marido de Esperanza Aguirre con los terrenos de la peculiar y ruinosa estación del AVE en Guadalajara. La Xunta de Galicia adjudica a dedo contratos a la empresa donde trabaja como directiva la hermana del presidente Feijóo. Puedo poner más ejemplos.

Aunque estas coincidencias son legales, hay que reconocer que nuestra Democracia tiene un serio problema con tanta exposición familiar de cargos públicos al mundo de los negocios.

Los ciudadanos, tan atentos a los sueldos que perciben los políticos y al número de coches oficiales que usan, no se fijan en estos negocios, aunque son más lucrativos para las personas implicadas y más perjudiciales para las arcas públicas por el sobreprecio en las adjudicaciones.

Pedro Solbes, antiguo ministro de Economía es actualmente miembro del consejo de administración del grupo energético Enel y asesor del negocio en Europa de Barclays Bank.

Su sucesora Elena Salgado, ocupa un alto cargo de la filial chilena de Endesa.
Se trata de multinacionales radicadas en el extranjero para soslayar la legislación actual que impide a los exministros trabajar para una empresa privada durante los dos años posteriores a abandonar el cargo.

Por su parte, Felipe González trabaja para Gas Natural Fenosa y es un defensor de las centrales nucleares.

Puedo dar más ejemplos y por todo esto crece en la militancia socialista la necesidad de recuperar las viejas y necesarias señas de identidad, lo que agranda la brecha con su dirección estatal.

¿O es qué hay dudas sobre los motivos por los que estas multinacionales fichan a estas personas?

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