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La Gallina de los Huevos de Plata

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LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE PLATA

Tras el brutal asesinato (y posterior descuartizamiento, en busca de pepitas de oro) sufrido por su prima, a manos del cruel Granjero Jenkins, Silveria, la Gallina de los Huevos de Plata, decidió apretarse de nalgas y dejar para mejor ocasión tales excesos de quita y pon – pero a la inversa -, no fuera a ser ella misma terminase como las plumas, que no las barbas, de su difunta prima.

Ello no fue óbice, empero, para dirigirse al Gallo del Corral en los siguientes términos:

- Oye, tú…El de los fieros espolones y el vistoso plumaje, multicolor hoguera de llamas encendidas… ¿No estabas aquí por defendernos…?

- No te confundas…A mí me paga el amo: se me encarga que cuide de sus huevos…

- ¡Una huevera: eso es lo que tú eres…! A mi prima Dorina, ¿cuántas veces se la habías dejado clueca…? ¡Y habla de huevos el padre de sus hijos…!

- Calla…No me obligues a presentar un parte y vayas a acabar en pepitoria… ¡Sigue picoteando entre las berzas…! Los gusanos son buenos para el cutis… Mira que te lo vengo yo avisando…

La Gallina de los Huevos de Plata tampoco llegó a vieja: en vista de su nula productividad, se le abrió un expediente disciplinario y fue destinada, de inmediato, a la P. F. S. (“planta de fabricación de sopicaldos”), para acabar, entre puerros, cebollones, nabos, zanahorias forrajeras y ciertos productos químicos formulados a base de guarismos y vocales con guion intercalado, cocida, pero entera, a fuego lento.

Mientras sentía cómo el mareante líquido en que había sido arrojada se iba, poco a poco, calentando, se dirigió a sus compañeras de desgracia, que chapoteaban aterrorizadas a su alrededor, de la siguiente guisa mitinera:

- ¿Tampoco ahora decididas estáis a rebelaros…?

- ¿Qué podemos hacer…? – le respondieron – Ni las plumas hemos conservado, compañera…

- No estaba yo pensando, ni mucho menos, en escribir cartas a la prensa…- se encrespó la Gallina de los Huevos de Plata- Hay que actuar- ¡No podemos perder tiempo…!- antes de que vengan a taparnos… Todos juntos agitaremos nuestras alas a la vez…

- ¿Qué sugieres, Rosa Luxemburgo…? ¿Que salgamos volando…?- dijo la voz de una Vieja Militante, uno de cuyos antepasados había sobrevivido a lo de Orwell, hacía ya mucho tiempo (al menos, así se lo había contado ella a todo bicho viviente en el establo).

- Sugiero que agitemos la superficie de líquido elemento hasta que éste desborde el recipiente donde tiene lugar nuestro martirio. Una vez desbordado, correrá panza abajo del caldero, hasta alcanzar las llamas y apagarlas…

- Sí; eso lo tengo claro…Pero explica lo que puede pasar luego… Todos nosotros tenemos el derecho de saberlo…- respondió la Vieja Militante, en un susurro trágico.

La Gallina de los Huevos de Plata la miró fijamente, la mitad con cansancio, la mitad con respeto.

- El gas comenzará a extenderse por la planta…Hasta alcanzar el resto de los fogones encendidos…Y entonces… Entonces, todo habrá terminado…

- ¿Quieres decir que no habrá más granjeros cabrones ni gallinas obedientes y sumisas trabajando para ellos, sin apenas derechos…?

- Está bien; tú me obligas…Hablaré en plata: pondré mi último huevo… Vendrán nuevos Jenkins, nuevas Dorinas y nuevas Silverias, en una lucha que puede durar siglos todavía…

- Y, ¿merecerá la pena tanto sacrificio…? ¿Tendrá sentido, al menos…?

- Tendrá sentido práctico, estableciendo un justiprecio a pagar por explotarnos. Que aprendan, por lo menos, a tenernos un poquito de miedo, ya que no respeto. Pero, sobre todo, tendrá un bello sentido: el sentido poético…

En tan amena (y trascendente) discusión se hallaban, cuando una enorme nave plateada comenzó a descender hacia su abismo, se posó con firmeza sobre los empañados bordes de la gigantesca pota de aluminio y comenzó a girar y a girar, hasta sellarlo.

Lo que más tarde sucedió, queridísima Katia, es algo que se traga con cuchara.

FIN

duende6

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