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Recensión del artículo "Género y cuidados: Respuestas sociales e institucionales al surgimiento de la sociedad de mercado en el contexto europeo".

“En el seno del mundo dado le corresponde al
Hombre hacer triunfar el reino de la libertad;
Para lograr esta victoria suprema es necesario,
Entre otras cosas, que más allá de sus diferenciaciones
Naturales los hombres y mujeres afirmen sin equívocos su fraternidad.”
Simone de Beauvoir
INTRODUCCIÓN.

En este texto pretendemos abordar los diferentes aspectos que se exponen en el artículo ‘Género y cuidados’. Para ello, sintetizaremos los mismos desde una perspectiva crítica e histórica, puesto que no podemos comprender este texto sin hacer un repaso a la evolución o aparición de los Estados de Bienestar.

Las autoras destacan la trayectoria que han tenido los cuidados a lo largo de la historia, concretamente, la evolución de los cuidados respecto al avance de la sociedad, pasando de ser preindustrial a industrial, y, por lo tanto, desde una perspectiva económica y política. Además, todo ello se analiza desde la óptica feminista, sin la cual, los cuidados no son abordados en estudios anteriores.

RESUMEN DEL ARTÍCULO.

El trabajo de los cuidados es una actividad que debe relacionarse con el concepto de Estado de Bienestar, el cual varía en función de las costumbres, los valores y las políticas de distintos países. Actualmente, los cuidados se consideran el cuarto pilar del Estado de Bienestar, siendo las mujeres las especializadas en este tipo de actividad, ya sea en el ámbito remunerado como en el no remunerado.

El desarrollo del capitalismo ha permitido que muchas mujeres hayan ganado en empoderamiento pero manteniendo un cierto grado de subordinación a los hombres ya que no están especializadas en una actividad que encaje en el concepto de mercado de trabajo.

Es a finales de 1700 cuando se produce una de las mayores transformaciones sociales en términos económicos y políticos de la historia, esto es debido por la crisis del Antiguo Régimen, consistiendo en una revolución industrial y una liberal. Previamente a la industrialización, la familia y la comunidad, como instituciones, abordaban distintas funciones (producción, reproducción, consumo, asistencia a necesitados, etc.) mientras que con el proceso industrial sus funciones vienen siendo la socialización de los niños y la creación de la esfera privada de relaciones afectivas y de bienestar. De esta manera, la mujer pierde capacidad de actuación ya que el mercado de trabajo se basa en la experiencia masculina para su desarrollo. Sin embargo, el grado de implicación de las mujeres como proveedoras de bienestar o ayuda social refleja el modelo familiar en que se encuentra un determinado territorio.

Esta crisis del Antiguo Régimen trae consigo el avance de una sociedad de carácter liberal, según la cual la pobreza era vista como un problema individual, en la que ni la comunidad ni el Estado tendrían que intervenir salvo en casos extremos. Por lo tanto, se sustituyeron las antiguas formas de ayuda a los pobres por un sistema de asistencia que propugnaba una solución individual. Para ello hicieron uso de diferentes instrumentos, entre ellos, las casas de la misericordia o las Old Poor Laws o la Ley de Pobres, pasando la gestión de ayuda a los pobres de las autoridades locales al gobierno central.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA.

En este contexto, se da la existencia de un Estado Mínimo donde éste no debería intervenir en asuntos de índole económica o social, salvo en aquellos casos más extremos, como anteriormente mencionamos, de manera que se produce una estigmación de la asistencia pública.

Respecto al Estado Mínimo, en el liberalismo el Estado debería limitarse a proporcionar un marco legal necesario para que los ciudadanos pudieran llevar a cabo sus fines propios sin intervenciones políticas ni actitudes sociales intolerables. Es decir, el Estado garantizaba el libre desarrollo de la sociedad, sin intervenir en él.

Con la Gran Depresión de los años 1920 y 1930 se produce la crisis del Estado Liberal, en un contexto de depresión y desempleo, y de nuevos movimientos sociales. Frente al liberalismo clásico surge un liberalismo renovado a partir del cual las ideas keynesianas de aumento del gasto público empiezan a cobrar peso así como las políticas destinadas al pleno empleo, es decir, de que existe un Estado que intervenga en la economía con políticas expansivas como remedio a la crisis. Los sindicatos empiezan a ganar fuerza y surgen instrumentos que dan cobertura a los trabajadores como las sociedades de socorros mutuos y las cooperativas.

Ante esta pérdida de derechos sociales y laborales que aumenta el riesgo de fractura social surgen los seguros sociales con los Estados providencia así como la idea de que la principal función del Estado debe ser la redistribución y el mantenimiento de la renta. Además, empieza a cobrar vida el concepto de universalización de los derechos sociales para que las personas que no coticen también sean beneficiarias.

Tras la Segunda Guerra Mundial (1945) el Estado Mínimo se convierte en Estado del Bienestar, es decir, deja de ser mínimo para hacerse máximo. Se basa fundamentalmente en las políticas surgidas por el Informe Beveridge (1942) en Gran Bretaña, el cual cimentaba las bases para una seguridad social universal de responsabilidad del Estado. De esta manera, el Estado de Bienestar nace para defender los derechos sociales de todos los ciudadanos y para contrarrestar las deficiencias del liberalismo económico y las injusticias sociales causadas por el libre mercado.

Los elementos constitutivos del Estado de Bienestar son:
  •  Dotación universal de servicios públicos.
  •  Sistemas públicos de protección y seguridad social.
  •  El gasto público cumple una función clave en el crecimiento económico.
  •  Sistemas impositivos redistributivos.
  •  Pleno empleo.
  •  Política de convenios colectivos.
  •  El mercado queda supeditado al poder político democrático.

A partir de 1973 se inicia una grave crisis debido al incremento del precio del petróleo, la cual provoca elevadas tasas de desempleo, inflación y, por lo tanto, la caída del crecimiento económico. Con esta crisis se cuestiona la validez del modelo del Estado de Bienestar ya que a raíz de esta crisis aumenta el gasto público y se reducen las fuentes de ingreso de los Estados al aumentar el desempleo, reducirse la población activa, aumentando la economía sumergida, etc. Por lo tanto se desarrollan esas tendencias que en la actualidad venimos denominando neoliberales y que fomentan el rechazo a la intervención del Estado en los asuntos económicos, la reducción del gasto público, etc.

Tras esta crisis y la posterior de 1978 se da una confrontación entre el intervencionismo estatal y el neoliberalismo, ganando peso la tendencia neoliberal de privatizaciones y el parcial desmantelamiento del Estado de Bienestar. Por lo tanto, se vuelve a rechazar la intervención del Estado en la actividad económica y social, reduciéndose el gasto público y devolviendo a la iniciativa privada la gestión de servicios. Las políticas más características en este sentido son las llevadas a cabo por Ronald Reagan en EEUU y por Margaret Thatcher en Gran Bretaña.

DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO.

En las sociedades preindustriales, las actividades productivas y las del hogar no estaban separadas ya que se trataba de una actividad agrícola o artesanal. Sin embargo, esta situación cambión con la industrialización, aumentando la división entre trabajo y hogar. La población adquirió la idea de que existían dos esferas, pública y privada. En la primera los hombres tenían un empleo fuera del hogar y participaban más en asuntos políticos o de mercado, mientras que la esfera privada, la relativa a las mujeres pasó a relacionarse con los valores domésticos.

Esta diferenciación quedó contemplada en diferentes normas que propugnaban prácticas discriminatorias y privación de derechos civiles y políticos, en las que quedaba implícita la supremacía del marido.

En España, la lucha por la igualdad se abordó un poco más tarde que en otros países europeos y los motivos no fueron otros que la falta de desarrollo industrial, la reducida integración en el mundo laboral y la aceptación de una subordinación fue aceptada por una mayoría por el peso de la religión y la conveniencia económica.

Sin embargo, la situación de las mujeres comenzó a cambiar en la década de 1960, cuando las mujeres comenzaron a trabajar fuera del hogar, proceso que ha ido creciendo hasta la actualidad. Los factores que desataron esta situación fueron la necesidad de tener más ingresos familiares, la mecanización de las tareas domésticas o el hecho de que los niños pasaban la mayor parte de su tiempo en la escuela.

En Europa y EEUU, el feminismo cobraba peso como mecanismo para la reivindicación de derechos políticos y en defensa de derechos sociales así como para luchar contra guerras y discriminaciones, las mujeres se organizaron para cambiar la imagen de las mismas como madre y esposa así como para denunciar los inferiores ingresos de una mujer trabajadora con respecto al hombre. En España….
El desarrollo feminista de esta época rompe la idea tradicional de los roles hombre-mujer y se logran avances en igualdad en materia jurídica y laboral, una educación no sexista, etc.

Mientras tanto, España todavía estaba bajo la dictadura franquista en la que si la mayoría de la población carecía de derechos civiles y políticos, las mujeres aún estaban más oprimidas.

DISCUSIÓN.

El artículo nos hace un análisis de la evolución de los cuidados desde una perspectiva de género, dicha evolución depende de los cambios demográficos y políticos que se dan en distintas épocas, por ello la importancia de realizar el repaso histórico correspondiente a los anteriores epígrafes.

Hemos constatado que el papel de la mujer estuvo siempre en el hogar, en un primer momento, acompañada junto al hombre en las sociedades preindustriales, y posteriormente, con la industrialización, es la mujer la que se ocupa de los valores domésticos. A pesar de que la mujer se ha ido empoderando en las décadas más recientes, se nos muestra un panorama donde la mujer queda supeditada al hombre en el que se incapacita a la mujer para un pleno desarrollo independiente de su personalidad y forma de vida.

Ello en diferentes contextos económicos, ya existiese un Estado Liberal o Estado de Bienestar, más bien el Estado Liberal se caracteriza por la beneficencia mientras que el del Bienestar por el cuidado. No se aborda el estudio de género respecto a estos conceptos, de tal manera que podemos considerar que el rol tradicional de la mujer comienza a cambiar a partir de la década de los 60, en un proceso lento pero creciente hasta el día de hoy.

Aunque solemos utilizar ambos términos como sinónimos, trabajo y empleo no son lo mismo. Trabajo es ocuparse de una tarea física o intelectual, tener un empleo de los que registra las estadísticas es algo distinto. Un empleo es una ocupación retribuida. Por lo tanto, no todo el mundo que trabaja tiene un empleo formal. Existe una economía oficial y otra sumergida que abarca fundamentalmente el trabajo doméstico y el trabajo voluntario. Para la OCDE, la economía sumergida hace referencia al conjunto de actividades económicas cuyo producto final es legal, pero que son ocultadas a las autoridades para evitar el pago de impuestos, cotizaciones a la Seguridad Social o evitar el cumplimiento de normas legales.

Aquel trabajo realizado en los hogares es realizado de manera no remunerada y fundamentalmente por mujeres como consecuencia de la tradicional división sexual del trabajo.

En España, las mujeres hacen gratis en casa lo que hacen en otros países ocupando un empleo remunerado por Estado en el sector de los servicios sociales. Por lo tanto, las familias, en concreto las mujeres, son las principales proveedoras de bienestar a las personas dependientes.

Todo ello se traslada a la actualidad, donde la mujer es la que sigue ocupando parte de su tiempo en los cuidados del hogar y de larga duración, en mayor medida que el hombre, así como la que se encuentra en la necesidad de acudir a la economía sumergida para llevar a cabo el trabajo doméstico.
Para representar dicha afirmación acudimos a la Encuesta de Empleo del Tiempo 2009-2010 que realiza el Instituto Nacional de Estadística para conocer la dimensión del trabajo no remunerado.

Así las cosas, observamos a simple vista que las mujeres tienen un mayor porcentaje prácticamente en todas las actividades analizadas. Si se considera el porcentaje de personas que realizan actividades de trabajo no remunerado según sexo destaca la participación más elevada de las mujeres en las siguientes actividades dentro del conjunto de hogar y familia: actividades culinarias (80,5% de mujeres y 46,4% de hombres), mantenimiento del hogar (64,2% de mujeres y 31,8% de hombres), compras y servicios (47,2% de mujeres y 31,6% de hombres), cuidado de niños (22,2% de mujeres y 16,7% de hombres).

  

La situación actual de cuidados precisa de un análisis del contexto en el que nos encontramos. Las circunstancias demográficas y sociales tienen una incidencia directa en las personas en situación de dependencia. En los últimos años venimos sufriendo un proceso creciente de envejecimiento de la población, ya sea por la mejora de las expectativas de vida, ya sea por las bajas tasas de natalidad. Además, hay que prestar atención a la ruptura de la estructura familiar tradicional y la irrupción de nuevas formas de familia, así como el cambio del rol tradicional de la mujer tradicional procurando su desarrollo personal de forma independiente de esas funciones tradicionales de reproducción y el cuidado familiar. De esta manera, se produce una fragmentación e insuficiencia de los servicios sociales en España lo que obliga a reestructurar el sistema de bienestar español en torno a los cuidados de larga duración dando una mayor responsabilidad al Estado.

España se encuadra dentro del modelo mediterráneo de bienestar, caracterizado por la centralidad de la familia en la provisión de los cuidados, teniendo el Estado un papel subsidiario, ya que existe una especie de microsolidaridad, de carácter intergeneracional.

Se establecen los servicios sociales como cuarto pilar del Estado de Bienestar y, en España, se consolidan en la Constitución Española en su Título I, donde se hace referencia a niveles mínimos de protección (a la familia, personas mayores, discapacitados, etc.), por lo tanto, esta norma, compromete a los poderes públicos a la protección social como derechos fundamentales. Actualmente, en España contamos con la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia y a las familias (2006), la cual supone un avance del sistema español de protección social ya que reconoce un nuevo derecho subjetivo y que se caracteriza por una cobertura universal de la dependencia desvinculada de la actividad profesional del beneficiario y una financiación impositiva.

Uno de los efectos de esta ley debía haber sido la creación de un importante yacimiento de empleo al incrementarse los servicios de atención a dependientes. La ley aboga que los dependientes alcancen la mayor autonomía posible, que sean atendidos por profesionales o en centros profesionales. Sin embargo, se aprecia un incumplimiento de las expectativas de esta ley que se traduce porque se han primado las prestaciones económicas frente a las prestaciones de servicios, por lo tanto, no se han creado los puestos de trabajo estimados.

Además cabe señalar que con los cambios demográficos (aumento del envejecimiento y disminución de la tasa de natalidad) así como con los cambios sociales (el cambio del rol tradicional de la mujer), las familias no pueden hacerse cargo de los cuidados plenamente, de manera que instan al Estado para que ofrezca ayudas.

CONCLUSIÓN.

A lo largo de la historia, el papel de la mujer en los cuidados ha sido dominante y es el que determina el modelo de bienestar de cada país. Así, España se encuadra en el modelo mediterráneo de bienestar, donde la familia es el eje de los cuidados.

En un primer momento, no existía división sexual del trabajo al estar los cónyuges implicados en las mismas actividades, las cuales tenían lugar en los hogares. Sin embargo, con la industrialización se da este proceso de división en el que la mujer pasa a representar los valores domésticos, a jugar un papel subordinado respecto del hombre. Además, respecto al sistema político se pasa a un modelo de beneficencia frente a los cuidados que progresivamente se irá perdiendo al volver a los Estados de Bienestar.

Es en la década de 1960 cuando las mujeres acceden al mercado de trabajo y comienza un proceso que aún sigue vigente en la actualidad. Una actualidad que está marcada por unos cambios demográficos y sociales significativos. A éstos no pueden hacerle frente la familia en soledad, sino que precisan del Estado para proveer los recursos necesarios para establecer unos servicios sociales profesionalizados y de calidad, ya que los sistemas actuales de bienestar requieren de reformas para ajustarse a las condiciones actuales y prever el futuro.

Por lo tanto, el Estado de Bienestar y los roles de cada agente social y actores precisan de reformas para adaptarse a la situación actual y futura que está por venir. Además de un proceso de sensibilización para concienciar a la ciudadanía de los cambios sociales en torno al papel cambiante de la mujer, su incorporación al mercado laboral y la valoración de su trabajo en el sector servicios o cuidados como un empleo que debe ser formalizado.


BIBLIOGRAFÍA.

  • Material didáctico de la asignatura Historia social y contemporánea del Grado en Relaciones Laborales y Recursos Humanos, UDC.
  • Durán Heras, María Angeles. (2012). “El coste del trabajo en el mercado laboral”. En El trabajo no remunerado en la economía global, capto. 5. Bilbao: Fundación BBVA.
  • Moreno, L., & Salido, O. (2008). Bienestar y políticas familiares en España. Política y Sociedad, 44(2), 101-114.
  • www.ine.es 

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